Vuestros sacerdotes
Queridos madridejenses, familiares y amigos, al terminar la fiesta de nuestra Madre, patrona y alcaldesa perpetua la Virgen de Valdehierro, el pueblo comienza a preparase con una inmensa alegría para celebrar las fiestas del santísimo Cristo del Prado. También nosotros, cuando nos hemos acercado a nuestra Madre la Virgen en sus fiestas hemos escuchado cómo nos decía “haced lo que Él os diga” y con ese deseo de escucharle nos preparamos para celebrar sus fiestas. De un modo muy especial queremos hacer llegar nuestro saludo más cercano y cariñoso a todos aquellos que por distintas circunstancias estáis pasando por momentos de dificultad o enfermedad.
El titulo de este saluda, le hemos tomado de unas palabras que el Papa Francisco dirigió a toda la Iglesia, especialmente a los jóvenes en la JMJ 2013, «No hay cruz en la vida humana que el Señor no comparta con nosotros». Una antigua tradición de la Iglesia de Roma cuenta que el apóstol Pedro, saliendo de la ciudad para escapar de la persecución de Nerón, vio que Jesús caminaba en dirección contraria y enseguida le preguntó: “Señor, ¿adónde vas?”. La respuesta de Jesús fue: “Voy a Roma para ser crucificado de nuevo”. En aquel momento, Pedro comprendió que tenía que seguir al Señor con valentía, hasta el final, pero entendió sobre todo que nunca estaba solo en el camino; con él estaba siempre aquel Jesús que lo había amado hasta morir. Mirad, Jesús con su Cruz recorre nuestras calles y carga nuestros miedos, nuestros problemas, nuestros sufrimientos, también los más profundos.
La cruz, en efecto, no es el abandono o el silencio de Dios, ni la maldición, ni el escándalo, ni la condena. La cruz cuesta, sí, y cuesta mucho. Pero la cruz fue y sigue siendo el camino, el modo elegido por Dios para salvarnos. ¿Por qué? Porque el amor se aquilata, se demuestra y se confirma en el amor. Porque solo el amor es más fuerte que la muerte. Porque no hemos nacido para la muerte sino para el amor. Y nadie tiene amor más grande que el que da, como Jesús, su vida por los demás. Y todos estamos llamados a aprender en la escuela de la vida, que siempre, de un modo u otro, es escuela y paso de la cruz, a saber dar nuestra vida. Normalmente, habitualmente, no será mediante el supremo gesto martirial y cruento de dar física y totalmente la vida (como en tantos lugares donde todavía hoy siguen persiguiendo y matando cristianos por el mero hecho de serlo), será paso a paso, sorbo a sorbo.
¿Por qué entonces, como nos previno el Señor, como ya nos alerta, queremos vivir a espaldas de la cruz, prófugos de ella? ¿También nosotros, como Pedro en Roma, en el año 68, queremos huir, nunca mejor dicho de la quema? ¿Creemos que con ello se solucionarán nuestros problemas?, la única verdadera solución para todo ello es como siempre ha sido y como siempre se nos ha enseñado EL AMOR. Es curioso cómo cuando miramos la imagen preciosísima de nuestro Santísimo Cristo del Prado, aun sabiendo lo que sufrió y el dolor que le provocó, lo que experimentamos es paz, tranquilidad, serenidad, y un inmensísimo Amor, el amor de verdad, el amor del crucificado que es capaz de cambiar cada una de nuestras vidas en vidas nuevas con un solo deseo, amar y dejarse amar.
Este es el deseo de vuestros sacerdotes para estas fiestas tan queridas para todos, que nuestro querido pueblo se convierta en un lugar donde el amor de Cristo, experimentado bajo esta advocación del Prado, convierta nuestro pueblo en un trocito de cielo en la tierra. Que el Santísimo Cristo Del Prado nos bendiga y cuide siempre.
Vuestros Sacerdotes