sacerdotes madridejos

Pedro Alfonso de Marcos Die
Párroco de Madridejos

Cualquier fiesta que celebramos es un momento de alegría. Alegría porque celebramos la vida de una persona, en un cumpleaños; o porque dos se van a casar. Por diversas cosas. Pero estas alegrías nos duran lo que nos dura la fiesta; al acabar, volvemos a nuestra vida cotidiana, con sus tareas de siempre, con sus alegrías, ciertamente, pero también con sus penas, con esfuerzos, cansancios, etc.
Esa es la gran diferencia con las fiestas del Santísimo Cristo. Porque lo que aquí celebramos es justo lo que nos acompaña a lo largo de todo el año, y del año siguiente, y del otro… siempre. Celebramos el amor que nos tiene Él, eterno.

Es bonito y significativo que esté la ermita abierta todo el día, porque nos muestra que Cristo está siempre para nosotros. Es aún más bonito la postura del Señor, que siempre me impresiona, con los brazos abiertos, clavados en la cruz; Él nos espera así, con los brazos abiertos. Al verle, uno recuerda sus mismas palabras: «venid a mí los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré» nos dice en el Evangelio de san Mateo. Cuántas veces vamos a Él, entramos en su ermita cansados y agobiados, para que nos alivie!!. Y, ciertamente, encontramos nuestro descanso: Jesús es nuestro descanso.

Y esto, como digo, siempre. Por eso, si realmente celebramos el amor de Dios, viviremos en fiesta todos los días. Sean algo más agradables, sean más desagradables, siempre serán fiesta porque a nuestro lado está Aquel cuyo amor no pasa nunca; porque soy amado por lo que soy, no por lo que tengo, y amado por el mismo Dios; porque con Cristo al lado entendemos que todo está puesto para el bien de los que aman a Dios, nos dice san Pablo en su carta a los Romanos.

Ahora bien, si celebramos sus fiestas como las demás, si no nos paramos en silencio ante nuestro Cristo para contemplar su amor, si no le abrimos nuestro corazón, sobre todo en la Novena, en la santa Misa que celebramos en su día, en las procesiones, etc. y nos quedamos en lo demás, entonces sucederá lo que os decía: lo pasaremos bien unos días, pero luego, a lo de siempre.

Queridos hijos de Madridejos: ¡NO OS PERDÁIS LA ALEGRÍA DEL SEÑOR! ¡NO DEJÉIS PASAR LA OPORTUNIDAD DE VIVIR VUESTRA VIDA COMO UNA FIESTA! ¡NO OS PERDÁIS A JESÚS!

¡¡FELICES FIESTAS A TODOS, QUE EL SANTÍSIMO CRISTO OS BENDIGA!!