Párroco de Madridejos – Pedro Alfonso de Marcos Díe
Si no recuerdo mal, en años pasados me refería a la postura de la imagen de nuestro Cristo, y os decía cómo está con los brazos abiertos, como diciendo aquello del Evangelio:
“Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados…”. Pero el ver así al Señor no sólo sugiere eso; nos hace entender también su fidelidad.
Porque, herido por nuestros pecados, destrozado hasta la muerte en cruz por ellos, continúa con los brazos abiertos. Cristo responde al daño que le hacemos perdonando, amando. Es más, Él es misericordioso; es decir, de alguna forma parece que nuestros pecados son causa de una especial solicitud del Señor por nosotros, de una especial cercanía. Ya dice en el Evangelio: “No he venido
a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan” (Lc 5, 32).
Su amor es fiel. Sabemos, con total certeza, que nos ama y nos amará siempre. Que, seamos como seamos, hagamos lo que hagamos, Él seguirá amando. Y esto sólo lo podemos decir de Él; de nadie podemos tener la certeza total de que nos amará siempre. Su amor es único.
Llevo ya cinco años entre vosotros. Siempre he vivido mi sacerdocio sintiéndome padre de la parroquia en la que estaba, pero ya después de este tiempo, aún me siento más así. Y como tal, casi os suplico: ¡¡aprovechad las ferias para acercaros más a Dios!! ¡¡Conoced con más profundidad el amor fiel del Señor!! Es, sin duda, lo más grande que podemos vivir aquí en la tierra, no os lo perdáis. Y si no sabéis cómo hacerlo, para eso nos tenéis a cualquiera de los sacerdotes.
Es verdad que las ferias son ocasión de juntarnos familia, amigos, etc.; de vernos después de tiempo sin hacerlo, de compartir alegrías… Pero sobre todo son ocasión de lo que os decía, conocer mucho más profundamente a Jesucristo, a Aquel cuya imagen nos recuerda que está siempre con nosotros.
Y que ese amor nos lleve a lo que Él mismo nos decía en el Evangelio de san Mateo, antes citado: a la conversión, a un cambio radical de vida, que nos haga participar de su santidad. Para eso ha venido al mundo, para eso nuestro santo Cristo ha dado la vida, para eso está siempre esperándonos en su ermita: para darnos su propia vida, para santificarnos.
Os deseo a todos unas muy felices y santas fiestas. Que el Santísimo Cristo del Prado bendiga a nuestro pueblo.